viernes, 26 de junio de 2015

Algunas percepciones en torno a Co(te)lette, obra de Ann Van Den Broek

Obs: Un breve ensayo que me tocó realizar para el seminario de Filosofía de la danza en el IMA con Jorge Zuzulich.

Sobre Co(te)lette, la obra de Ann Van Den Broek analizada en el presente trabajo: https://www.youtube.com/watch?v=z9VYIVQqJkA 

Introducción

El presente trabajo busca establecer una breve reflexión en torno al film de Mike Figgis titulado Co(te)lette. Éste, constituye una adaptación cinematográfica de la obra del mismo nombre, perteneciente a la coreógrafa y bailarina alemana  Ann Van Den Broek, presentada en el 2007.

El film será analizado a la luz de los postulados del sociólogo y antropólogo Marcel Mauss, quien describe el rol y la caracterización de las llamadas “técnicas del cuerpo” en las sociedades occidentales. En segundo término, el proceso reflexivo apelará al análisis de los contenidos de la obra a partir de la redacción de pequeños “pasajes” o relatos. Cada uno de estos pasajes se corresponde con cambios escenográficos, estéticos y simbólicos contenido en las escenas de la puesta, haciendo referencia a los distintos climas presentes y a posibles interpretaciones que estos climas diversos generan.
1.      
      Las técnicas del cuerpo

“No hay nada más técnico que las posiciones sexuales”, sentencia Mauss en el tramo final de su ensayo sobre las técnicas del cuerpo. Seguidamente, el autor aclara el fuerte vinculo entre las prácticas sexuales y la cultura dominante en distintas regiones del mundo: “Son muy numerosas las técnica del acto sexual normal y anormal. Contactos sexuales, mezcla de alientos, besos, etc. En este punto la técnica y la moral sexual están en íntima relación” (1979: 354).

¿Qué específicamente entiende el autor por estas técnicas del cuerpo?
En lo que hace a las técnicas del cuerpo, Mauss considera que estas pueden ser entendidas como actos eficaces tradicionales (1979: 343), que cumplen una funcionalidad práctica y que por su modo específico de articulación se valen del cuerpo como instrumento. De hecho, el propio cuerpo aparece en la mayoría de los ejemplos descriptos por el autor, como el primer medio técnico a disposición del hombre. En el manejo de las técnicas del cuerpo radica la distinción específica entre humanidad y animalidad. El autor pone énfasis sobre la idea de los cuerpos humanos y sus acciones como resultado de procesos socio-culturales, y por lo tanto, como realidades históricamente construidas.

Estas técnicas también están ligadas a oficios o roles determinados, que las enmarcan y fuera de los cuales no pueden ser adecuadamente comprendidas. Estos oficios especifican cada una de sus exigencias y establezca condicionamientos que no pueden abstraerse sin más del entorno social en donde surgen:

                               “El cuerpo es el primer instrumento del hombre y el más natural, o más                                       concretamente, sin hablar de instrumentos diremos que el objeto y medio                                       técnico más normal del hombre es su cuerpo (…) “La adaptación constante a                               una finalidad física, mecánica y química (así por ejemplo cuando bebemos)                                      esta seguida de una serie de actos de acoplamiento, acoplamiento que se lleva                                        a cabo en el individuo no por el solo, sino con ayuda de la educación, de la                                       sociedad, de la que forma  parte y del lugar que en ella ocupa” (1979: 343).

Así, de acuerdo a Mauss, toda acción corporal y su correspondiente técnica, tiene una finalidad en concreto. La correspondencia se da de una forma cuasi automática, en función al propio proceso de socialización.

Es imposible no realizar un cruce entre las ideas de Mauss y el planteamiento escénico de Co(te)lette. Esta última nos presenta al cuerpo femenino, cosificado y domesticado hasta las últimas consecuencias: Los cuerpos de las intérpretes que se desplazan en escena son estéticamente perfecto (si pensamos en los actuales cánones de belleza occidental, el de las mujeres esbeltas, blancas, de cuerpo marcado). La cultura de nuestro tiempo condiciona sus cuerpos a partir de las practicas de socialización, al punto en que esta “educación del cuerpo” (devenida en roles, acciones esperadas y reacciones físicas) puede verse y transcribirse incluso en la dimensión de los actos instintivos.

Si en la construcción de sentido común el sexo es pensado como un “acto liberador”, Mauss desde la sociología  y Ann Van Den Broek desde las artes escénicas, contradicen tajantemente esta idea. Para Mauss, el acto sexual será una expresión más de las técnicas del cuerpo, una muestra más del condicionamiento corporal a su socialización.

De la coquetería al coito, la seducción, el rechazo y el ñembo tavy (expresión en guaraní que denota la intención de "hacerse el desentendido,) la obra nos presenta los cuerpos de mujeres practicando una técnica. La precisión de sus movimientos, tiempos y compases, dan la impresión de un cuerpo-maquina que cumple funciones bien determinadas no solo por lo más pronto y urgente de su dimensión biológica, sino principalmente por lo que la interacción cultural ha hecho de ellas. Estas imágenes, poco y nada se condicen con el preconcepto occidental del sexo como acto espontaneo y de libertad, muy en boga desde las voces del sentido común. 

De este modo, una dimensión que parecía ser atributo exclusivo de la animalidad y el instinto, debe reconocer la fuerte delimitación de los criterios morales, históricos, costumbristas y geográficos para su desarrollo y expansión.

En la misma línea, Huberd Gordad (339) se valdrá del concepto de “mitologías del cuerpo”, para 
referir las formas en las que grupos humanos se inscriben dentro de un sistema postural codificado por su cultura e historia, a la par en que las actitudes corporales se convierten en instancias que defienden esta mitología:

         “Cierta concepción del cuerpo, que surge hoy en día en todas las pantallas de                                     cine y televisión, participa en la construcción de esta mitología. La arquitectura,                         el urbanismo, las visiones del espacio y el medio en el que evoluciona el sujeto       
también tendrán una influencia determinante en su comportamiento gestual”.

2.        Pasajes dentro de la obra
Pero las reflexiones no acaban aquí. Más bien son su punto de partida para introducir otras percepciones, a las cuales hemos dado la denominación de pasajes y que van citados en forma de sub-titulos, a renglón seguido:

¿Colonización del mundo de la vida?
La razón como axioma central de la vida humana, es sin lugar a dudas marca registrada del pensamiento moderno. Todavía hoy, cuando creíamos superados los axiomas centrales del modernismo, nos encontramos con un mundo atrapado en lo más hondo de ese relato ideológico que consagra como dogma de fe, el uso de la razón para responder a las causas centrales de la vida humana. La razón persiste en el uso y registro calculado de técnicas de trabajo que nos permiten no sólo conocer y manipular elementos externos a nosotros mismos (la tierra, la naturaleza), sino que a su vez garantizan el manejo calculado y predecible de nuestras vidas y con ellas, el manejo pormenorizado de nuestro primer instrumento de trabajo… el cuerpo.

Pero en Co(te)lette, el manejo eficiente de las técnicas del cuerpo en lo que a performance sexual refiere, produce un desenlace perturbador. El cuerpo aplica la técnica pero no la disfruta. Las posiciones sexuales que debían conducirnos hasta el goce, acaban distorcionándose en una serie de climas complejos. Y en la vorágine de climas, aparece el cuerpo-máquina, el que ejecuta la técnica a pie de manual sin llegar a su cometido final: léase, un cuerpo-máquina que reproduce un discurso sobre el pacer, pero no desde el placer. ¿Es la obra de Ann Van Den Broek, una metáfora que busca remitirse al concepto habermasiano de “Colonización del mundo de la vida” (Rietman y Fernandéz Buey, 1994), dando cuenta de cómo esta racionalización excesiva e ideal de progreso moderno (y al cual se afilia el desarrollo de las técnicas), nos condujo hasta  nuevas y mayores estrategias de dominación sobre nuestros cuerpos, con una consecuente histeria como mecanismo de escape?

En la obra las tres mujeres arrancan juntas, componiendo una propuesta en cuerpo con movimientos repetitivos que van alterándose de forma paulatina. Cada tanto hay un juego de canon, del cual uno de los cuerpos se desprende, se separa del pequeño grupo y establece un solo en un punto totalmente opuesto del espacio. Esta separación paulatina, que actúa casi como un desdoblamiento, nos invita a entender un mismo acto en dos tiempos. Por un lado y a un extremo del escenario, las eventuales solistas se valen de los gestos cotidianos para remitirse a roles y acciones de la mujer occidental en situación de “cacería”: La mirada seductora y segura, propia de la mujer que “se sabe linda y deseada”. Al otro extremo, dos mujeres haciendo de coro con sus movimientos frenéticos y continuos, los cuales nos remiten a lo más claro de un coito. Las tres performers pasan por la experiencia de separarse de sus compañeras y ser solistas por contados segundos, para después volver a juntarse. De este modo, los solos y el pequeño coro que va modificándose, nos presentan un mismo suceso narrado a dos tiempos y de forma simultánea. Lo previo y lo consumado del acto sexual. Movimiento y pre-movimiento que configuran una cronología de la seducción para los cuerpos culturizados de la sociedad occidental.

Un elemento que permanecerá constante a lo largo de toda la propuesta, será la insistencia de llevar el cuerpo hasta sus últimas consecuencias, hasta sus límites tanto físicos como culturales

Espectro
Cuerpos sexualizados, que hacen uso de la  técnica pero sin disfrutarla. Que ejecutan la práctica sexual en el vacío y marcan una dimensión espectral a partir de la ausencia de un- otro que “comparta” o conforme un intercambio sexual con ellas. Son cuerpos-máquina que tampoco se permiten experimentar el placer genuino al explorar las distintas partes de su cuerpo. De este modo, actos como la masturbación son una muestra más de la histeria contenida en el manejo de la técnica, antes que un punto de fuga liberador, dada la ausencia de un-cuerpo-otro que practique con ellas la técnica y el intercambio sexual.

Manipulación
El cuerpo que es manipulado por otros y obligado a desnudarse, es una imagen que se nos presenta a partir de la mitad de la obra. Un cuerpo (el de una de las intérpretes) pierde su autonomía y pasa a responder a las voluntades y deseos de otros (dos intérpretes), al punto de ser una masa inerte que es únicamente amniipulada por las demás compañeras. Esta imagen, remite de alguna manera a ciertas fantasías y fetiches occidentales vinculados a las prácticas de dominación y poder sobre el otro, propios de un imaginario que establece dinámicas de amo y esclavo. Esta práctica de manipulación incluye, no solo mover el cuerpo inerte de un lado a otro y de una posición a otra, sino también golpearlo, impactarlo contra el piso, llevarlo hasta cierto límite de tolerancia.

Ritual
Un punto de inflexión dentro del relato se da a partir del minuto 31: Un apagón, seguido de luz tenue  y de las tres intérpretes ubicadas en esquinas distintas del espacio. Las tres mujeres, casi en la oscuridad, se están preparando de diversas maneras para algo: Ropas y corpiños son la primera sugerencia, seguida de ejercicios físicos varios, como el yoga, pilates, dorsales, ente otros. Todas estas preparaciones hacen referencia a una sola cosa: son los distintos rituales de entrenamiento del cuerpo para “ganar belleza”, necesarios de realizar de forma previa a “la cacería”. Los ejercicios físicos que las interpretes hacen en escena, nos remiten a esta exigencia imperiosa de mantener el cuerpo fornido, presto, bello y atlético, acorde a los cánones de belleza de nuestro tiempo: Es decir, el cuerpo perfecto que ejecuta la técnica de forma perfecta, porque en el fondo toda esta preparación del cuerpo y la ropa es una preparación para la ejecución de la práctica sexual.

Y esta idea del cuerpo perfecto como condición sine qua non para una técnica perfecta, configura hoy una idea de belleza en donde solo entran ciertos cuerpos como dignos ejecutores de una técnica en concreto… trátese del sexo, del deporte, de la danza o de cualquier otra técnica.

 Cacería
A partir del minuto 37, las mujeres se visten de forma desesperada, como si estuvieran tarde para llegar a algún lugar. El escenario se transforma de pronto en un espacio con luces psicodélicas y música electrónica. Pareciera ser que toda la obra constituyó una preparación para llegar a ese climax: el de la fiesta, el del boliche, uno de los espacios de cacería o levante frecuentes para cierta cultura y clase social (entiéndase a la cacería como ritual previo y necesario para llegar al sexo, a la aplicación de nuestra técnica corporal analizada). Una vez más, se compone a nivel escénico y coreográfico, una propuesta que persiste en llevar al cuerpo hasta sus últimas consecuencias, una necesidad casi imperiosa de rebasar un límite difuso.

Cansancio
En Co(te)lette, hablamos del cuerpo de las bailarinas como cuerpos-máquina, no solo por representar el uso instrumental de las técnicas del cuerpo, sino a su vez, por tratarse de cuerpos que no se detienen nunca. Cuerpos que no se cansan, que rinden a ritmos productivos imparables.

Una vez que fueron llevados al límite los recursos de luces, música, estruendos y demás estímulos que remitían al pasaje anterior, se corresponde un espacio para la oscuridad: las luces se vuelven tenues, la música se desacelera hasta constituir un ambiente lúgubre, que remite a cierto espacio o estilo underground, como así también, a la propia oscuridad interior o estados de baja latencia del individuo. Una de las bailarinas se toca una arteria central y reproduce este gesto numerosas veces con distintas cadencias. Mientras ella insiste en este gesto, los demás cuerpos caen agotados, desprovistos de su fuerza vital (si pensamos a estos cuerpos como seres humanos)  o desprovistos de su batería (si los pensamos como cuerpos-máquinas).

Golpes
La aparición de otro clima repentino se nos presenta en el tramo final de la obra, minuto 48. En escena, las tres intérpretes golpean sus cuerpos, generando sonidos, ritmos, musicalidad. Golpean el cuerpo hasta afectar su piel, es decir, hasta generar una manifestación física con los golpes. ¿A qué nos remite esta práctica, de momento en que el placer no aflora en el auto-flagelo, sino más bien es entendido como consecuencia de este estado de ira permanente?

Si al comienzo de nuestros pasajes, hablamos de cuerpos en solitario, que remiten con sus acciones a una práctica sexual en ausencia de un-otro que las ayude a experimentar el placer. De cuerpos que se exploran sin encontrar un camino liberador. De máquinas jadeantes que jamás llegan al climax. Si hablamos de todo esto, la pregunta necesaria para ir cerrando el diálogo con la obra es: ¿Existe alguna dimensión de placer genuino para estos cuerpos? ¿Por qué esta insistencia en buscar los limites de resistencia de las estructuras físicas (cuerpos)? ¿Es Co(te)lette una apología a cómo actúa el instinto de muerte en sus dimensiones más patológicas en la vida humana? Y de este modo, ¿podemos concluir que el único placer (o necesidad) concebible está en la destrucción del propio cuerpo?

¿Es el sexo (como práctica) incapaz de constituirse como punto de fuga sino como laberinto, siendo simplemente una consecuencia o manifestación de la histeria?

El público
Si el placer no está en la ejecución del acto sexual de parte de las intérpretes ¿qué hay del  público? ¿Qué rol interpreta el público al contemplar la acción de las intérpretes? Si  tomamos en cuenta las afirmaciones de Ranciere (2010, 23), sostenemos que el acto de mirar una puesta es también una acción práctica, porque el observador que asiste a ver la puesta no es un ser pasivo que se limita a recepcionar la información en escena de forma a-critica. El espectador “(…) observa, selecciona, compara, interpreta. Liga aquello que ve a muchas otras cosas que ha visto en otros escenarios, en otro tipo de lugares. Compone su propio poema con los elementos que tiene delante”.

 ¿Qué tan valido es decir que el rol del espectador dentro de esta obra, se limita a la de simple voyeur? Quizás a nivel simbólico, alegórico. Pero más allá de las posibles representaciones, lo cierto y lo concreto es que la obra presenta un sin número de interpelaciones que de alguna u otra forma hacen que el espectador ligue “en todo momento aquello que ven con aquello que han visto y dicho, hecho y soñado” (ibidem). Co(te)lette es capaz de ligar sus más intimo deseos y represiones, hasta las experiencias realizadas o los traumas no resueltos.

Epílogo
Música minimalista y movimientos repetitivos marcan el último tramo de mi lectura de esta obra. El cuerpo ya está presto, pasó por numerosos estados, de modo a que la calidad de movimiento en las intérpretes es más fluida, más continua… pero así también desesperada. Los minutos finales de la obra nos presentan un cuerpo totalmente desnudo y en convulsión ¿A qué nos remite, como símbolo final, esta convulsión? ¿Es acaso el cuerpo que finalmente cede a tanta carga física? ¿Es el límite de su resistencia, de sus músculos o la expresión final del alcance de su histeria, de su estado emocional alternado? ¿Es, finalmente, la representación de ambos límites?

Y en los límites de ese cuerpo y mente extenuados, se sigue reproduciendo los discursos de la seducción, de lo espectral, el ritual y la cacería. No importa si el cuerpo da signos de un agotamiento excesivo, si los músculos tiemblan porque están al borde del colapso o la mente misma está al borde del colapsar también. Aunque la salud física y  mental de este cuerpo humano alcancen un momento crítico o los cuerpos-máquina logren su obsolencia, los discursos en torno a los temas analizados se seguirán reproduciendo, con lo poco que queda de la estructura corporea. Así se asegura su posteridad.

Bibliografía
Godard, H. (2007). “El gesto y su percepción”. En revista Estudis Escènics: quaderns de l'Institut del Teatre, nro. 32, Barcelona.

MAUSS, Marcel (1971). “Sociología y Antropología”. Colección de Ciencias Sociales. Serie de Sociología. Editorial Tecnos.

RANCIERE, Jacques (2010). El espectador emancipado. 1ra Edición. Editorial Manatial. Buenos Aires, Argentina.


RIETHAMN, Jorge y FERNÁNDEZ BUEY (1994), Francisco Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica S.A.

miércoles, 24 de junio de 2015

Las Danzas Calle

Parte de lo  que fue el Seminario de Danza para el Espacio Público LAS DANZAS CALLE, con Francisco Bagnara / Chile.

El seminario tuvo como objetivo rescatar la danza de cada participante en relación al espacio público. Reconocer modos propios en el ejercicio de abordar la calle y los estímulos que esta puede proponer para presentar un cuerpo expresivo.

Mayores referencias del proyecto en www.danzascalle.wordpress.com



La cuarta pared




“Ser espectador no es la condición pasiva que precisaríamos cambiar en actividad. Es nuestra condición normal. Aprendemos y enseñamos, actuamos y conocemos también como espectadores que ligan en todo momento aquello que ven con aquello que han visto y dicho, hecho y soñado (…) todo espectador es de por si actor de su historia, todo actor, todo hombre de acción, espectador de la misma historia”

(Jacques Ranciere)





Danza e improvisación



A partir del próximo sábado, 14/03, estaré abriendo un taller sobre Danza e improvisación en La Comuna de México (Independencia Nacional, entre 4ta y 5ta). El mismo está dirigido a todo público. No se requiere experiencia previa en danza. Solo ganas de moverse y explorar el cuerpo, el espacio y lo que estos permiten.

En caso de querer/poder participar, llevar ropa cómoda, ganas y creatividad. Simplemente eso

La idea es hacer una clase de 1 h y media.

Sábados de 17:00 a 18:30 hs. Acérquese señora, acérquese señor, precios populares!

Entre Líneas

Creadoras e intérpretes: Cinthya López, Paola Ferraro
Fotografías de: Julian Armoa y Zuka Malky

Sinópsis

Las palabras que se escriben, las que se dicen y las que no. Mayormente se las pronuncia en voz baja o se escriben a puño cerrado. Un entramado de texto y movimiento que se teje alrededor de dos mujeres y una historia… historia cuyos hechos principales se leen entre líneas.










Lugar Común

Año de producción: 2013
Intérpretes y creadores: Ale Villamayor León, Paola Ferraro
Asesoría: Edith Correa
Textos: Maggie Torres
Cámaras: Fernando Valdovinos


Sinópsis
La presente propuesta aborda una temática de encuentros y desencuentros entre dos personas, lugares comunes y distantes en donde se escribe una historia. Basada en el poemario homónimo de la escritora nacional Maggie Torres, la propuesta nace como una iniciativa investigativa, que busca experimentar con diversos lenguajes artísticos como la danza contemporánea, el teatro, la literatura y la música. Producida e interpretada por Paola Ferraro y Ale Villamayor León.